-Alquiler de
tabla de surf para todo el día: 3€
-Comer en puestos
típicos para balineses: 2-3€
-Alquiler de moto
para todo el día: 3€
-Llenar el
depósito de la moto: 1,5€
-Noche en hostal
con desayuno incluido: 7-8€
Nada más
aterrizar el avión y ser abordado por decenas de balineses que me ofrecían
transporte en sus vehículos particulares –nada de taxis, licencias o
cuentakilómetros…-, tras un intenso y entretenido regateo me dirigí a la ciudad
de Kuta, donde me esperaba mi “habitación
cápsula”.
Artificialmente
preparada para el turista occidental por su gran cantidad de hoteles, pubs o
tiendas de fama internacional, Kuta se ha convertido en el destino perfecto para
turistas con ganas de gastar dinero, fiesta y descontrol. Tanto es así que,
paseando por sus calles era imposible no escuchar a todos sus vendedores que,
cada 2 metros, me invitaban a comprar souvenirs en sus tiendas o, al mismo
tiempo, me ofrecían drogas varias como éxtasis, viagra, cocaína o setas
alucinógenas.
Vista la
situación, no me quedé en Kuta más que un día para practicar surf. Fue la
primera vez en mi vida y, a pesar del doloroso efecto lija que hacen la mezcla
de arena, sal y cera sobre la tabla, los resultados fueron relativamente
gratificantes.
Los siguientes días,
decidí alquilar una moto y recorrer el resto de Bali por mi cuenta; visitando sus
templos hinduistas y disfrutando de sus recónditas playas. También fue la
primera vez que conducía una moto, lo cual, siendo en Asia, lo considero una
aventura por sí misma, pues apenas hay señales de circulación, los cláxones suenan
sin cesar, no se respetan los carriles y reina la ley del sálvese quien pueda.
Pura Tanah Lot Temple |
Garuda Wisnu Kencana Cultural Park |
Uluwatu Temple |
Pandawa Beach |
Tegenungan Waterfall |
Templo de los Monos |
La estancia en el
hostal de Ubud fue realmente agradable, en parte gracias a las personas que en
él conocí, como Michael, que llevaba año y medio viajando tras visitar
Sudamérica, realizar un voluntariado en Chile y trabajar en Australia, o
Malika, alemana de origen checheno que había vivido y estudiado varios meses de
la carrera en Tailandia, Argentina y Trinidad y Tobago. Así pues, compartimos
todo tipo de anécdotas inimaginables e incluso visitamos algunos lugares de la
isla juntos. Sin duda, este fue uno de los momentos más dulces de toda mi
estancia en Bali.
Jason, de Inglaterra a Nueva Zelanda en bici |
La siguiente
parada fue en Padangbai, humilde
pueblo pesquero donde pasadas dos noches, alquilé de nuevo una moto en
dirección al norte, en Amed. Este
diminuto pueblo de carretera se encuentra situado a los pies de un volcán
perfectamente cónico de más de 3.000 metros de altura: el volcán Agung, cuya última erupción fue en 1963
y mató a miles de personas. Sin embargo, pese a seguir peligrosamente activo,
es posible hacer excursiones de 1 o 2 días hasta la cima o submarinismo a sus
pies, donde nos encontramos con un navío estadounidense de más de 100 metros que fue derribado por los japoneses durante la 2ª Guerra Mundial y que actualmente, se ha convertido en un inmenso arrecife de coral.
Finalmente, los
últimos días me acerqué a las diminutas Islas
Gili en ferry. Estas 3
islas de apenas 15 km2 de superficie, ofrecen unas playas
de ensueño frente a un mar de agua cristalina e impoluta, donde se puede
contemplar con total claridad la inmensa vida submarina de sus arrecifes de coral,
repletos de peces multicolores, tortugas, mantas e incluso delfines. Así pues,
sin mayor transporte que algunas bicicletas o carros de caballos sobre
caminos de arena, estas vírgenes, silenciosas e impolutas islas representan un pequeño trozo de paraíso en la tierra donde, también es verdad, todo parece estar permitido. Por ello, cada una de estas 3 islas está enfocada a un tipo de turismo: turismo joven y de fiesta, turismo de parejas y recién casados y turismo virgen y de naturaleza.