Camino de Santiago

Cala de Prellezo, Cantabria
Nunca había pedaleado más de 18 kilómetros en mi vida y ni siquiera tenía una bicicleta decente. Pero era tal la ilusión que tenía por hacer el Camino de Santiago que, tras pedirle la bici a un amigo, decidí emprender la aventura junto a Xabi: quien ya se había pedaleado Chile de norte a sur con tan solo 18 años.
En aquel momento él se encontraba en España y yo de Erasmus en Polonia, de modo que toda la planificación debió ser desde la distancia. Y la fecha que nos marcamos fue nada más volver de aquel tercer año de mi carrera, en Julio de 2014.       
Juan, Xabi y yo en el País Vasco
A esta aventura se acabó uniendo mi amigo Juan, quien tras contarle mis intenciones en uno de mis viajes a Holanda, no pudo resistirse.
La ruta escogida fue la del CAMINO DEL NORTE, comenzando en San Sebastián, donde se me pinchó una rueda a los 10 km de empezar. 
Por suerte, durante el resto del viaje no tuvimos mayores percances que alguna salida de la cadena o alguna alforja mal ajustada. 



PAÍS VASCO
Getaria, PAÍS VASCO
Mirador de Itziar, PAÍS VASCO
Pinchazo a la salida de San Sebastián
El País Vasco se caracteriza por las empinadas pendientes de sus incesantes puertos de montaña y por su cambiante climatología: tan pronto estábamos en manga corta como debíamos ponernos los chubasqueros y cubrir las alforjas por las fuertes lluvias. Para colmo, apenas habíamos ensayado previamente al camino, por lo que este tramo del camino fue seguramente el más fatigante de todos.
Pese a ello, todo se compensaba con el buen trato de los vascos y el respeto hacia los ciclistas en la carretera, muchas veces acompañado con un motivante "Aúpa". Pero lo mejor de todo llegaba a la hora de las comidas, ya que al decir que éramos peregrinos y que nos esperaban más de 800km por delante, nos ofrecían cuencos enteros donde nos dejaban servirnos tantas veces como queríamos.
Todas nuestras etapas acababan en los albergues de peregrinos o, en algunos casos, en hostales privados. Los precios giraban en torno a los 5€ la noche y solían disponer de varias literas en una misma habitación para alojar al mayor número posible de peregrinos. Aquí coincidíamos con nuevos peregrinos con los que contábamos historias del camino y compartíamos momentos inolvidables.



CANTABRIA
Entrada a Cantabria desde Getxo
Castro Urdiales, CANTABRIA
Islares, CANTABRIA
Santoña, CANTABRIA
La media de kilómetros diarios era de unos 75, aunque había días en los que superábamos los 90 y otros en los que apenas llegábamos a los 55. Todo dependía de lo apurados que fuésemos de tiempo, de nuestra forma física, del nivel de pendiente o de la climatología. 
Al llegar a los albergues y ver a los peregrinos que hacían el camino a pie, nos dábamos cuenta de la comodidad que suponía moverse en bici, ya que podíamos remediar fácilmente la tensión de nuestras piernas con un poco de crema, estiramientos e incluso baños de agua fría en las playas del cantábrico. Algo que para los viandantes supone un gran esfuerzo en muchas ocasiones y que acaba dejando sus pies llenos de ampollas y sus rodillas y espaldas hechas trizas, al tener que cargar durante semanas una mochila de unos 10 kilos a sus espaldas. 
Fue en el tramo de Cantabria donde encontramos algunas de las mejores calas del camino y lugares naturales realmente hermosos.

ASTURIAS
Llastres, ASTURIAS
Luarca, ASTURIAS
Ribadesella, ASTURIAS
Una de las principales razones por las que escogimos el Camino del Norte fue por la constante compañía del mar y los hermosos paisajes que nos ofrecía. Además resultaba muy agradable acabar las duras jornadas de pedaleo con un buen baño en las frías aguas del Mar Cantábrico, especialmente para la circulación de las piernas. Asimismo, siempre que lo veíamos a nuestra derecha significaba que estábamos tomando la dirección correcta hacia Galicia.
Aquí tuvimos la suerte de ver una gran cantidad de pueblos con encanto, y declarados como unos de los más bellos de España, como era el caso de Llastres.



GALICIA
Ribadeo
Playa de Las Catedrales
Entrada a A Coruña
Monte Do Gozo
Santiago de Compostela
Al llegar a la parte de Galicia, comenzamos a dejar el mar a nuestras espaldas desde la Playa de Las Catedrales en Ribadeo para adentrarnos en la profunda Galicia, por lo que ya no contábamos con el mar como referencia -para colmo, nos sorprendió ver que la señalización era más escasa en esta parte que en las regiones previas-. 
Sobrado Dos Monxes con Thomas
Aquí pudimos pasar por hermosos pueblos como Lourenzá, Villalba o Sobrado Dos Monxes y toparnos con mayor multitud de peregrinos que venían de varios caminos, como el francés o el portugués. Los había que venían andando desde Francia o los que lo hacían en familia, aún teniendo que llevar en carrito y a las espaldas a sus hijos. También en esta etapa topamos con Thomas, un alemán que vendió su coche y su casa y se disponía a dar la vuelta al mundo.
Afortunadamente, desde el minuto uno Juan, Xabi y yo creamos un gran equipo lleno de vitalidad, optimismo y una gran fuerza mental que durante todo el camino nos acompañó y nos empujó a seguir adelante en momentos de flaqueza. 
Siempre que estábamos cansados hacíamos bromas, cuando llovía cantábamos como locos o cuando queríamos motivarnos echábamos carreras inacabables. 
Finalmente, tras 2 semanas pedaleando, decenas de anécdotas y 860 kilómetros a nuestras espaldas pudimos disfrutar del placer que se siente al llegar a Santiago de Compostela después de tan largo viaje. Fue una experiencia única y digna de admirar que con mucho gusto espero repetir

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