miércoles, 27 de abril de 2016

IMPROVISANDO EN SYDNEY


Con apenas 200 años de historia, Sydney ha sabido levantarse con amplias vistas de futuro para convertirse en una de las ciudades más cosmopolitas del mundo y que, unida a su perfecta sintonía con la costa y el mar, también la convierte en una de las más bellas. Esas grandes y limpias avenidas, perfectamente estructuradas entre rascacielos y parques donde constantemente transitan personas procedentes de los cinco continentes me llevan a apodar a esta ciudad como la Barcelona del hemisferio sur.  
Sydney ofrece barrios para todos los gustos y colores como son Surry Hills, Newtown, The Rocks, Bondi o Chinatown -donde yo vivo-, repleto de restaurantes chinos, tailandeses, vietnamitas, indios, japoneses e incluso centros de masajes tailandeses. 
Aquí me encuentro a 20 minutos del mar, por lo que alguna que otra vez aprovecho para escaparme a sus playas australianas: llenas de fuertes corrientes, normas y conquistadas por los surferos.
En mi opinión, lo mejor de esta ciudad son sus personas, ya que nadie es de aquí: Todos han sido o son inmigrantes. De hecho, la mayoría de australianos que conozco son la primera generación en nacer en el país, por lo que a parte de hablar inglés hablan la lengua de sus padres: español, italiano, griego, chino... 
Asimismo, Australia es el país por excelencia de los backpackers, o lo que lo mismo, los mochileros, y Sydney está plagado. La diferencia con respecto a otros países es que aquí ellos, o nosotros, nos quedamos por una estancia mucho más larga por dos razones: una es por la lejanía y enorme amplitud del país y otra es por sus elevados precios y salarios, que nos llevan a tener que trabajar en el país para poder sustentar nuestro viaje económicamente. Así he tenido la suerte de conocer a gente procedente de todas las nacionalidades y con increíbles historias de vida que en su día comenzaron en países como Uruguay, Alemania, Chile, Italia, Inglaterra, Korea...


En mi caso, a parte de estudiar en Sydney, no tenía ni idea de cómo iba a sobrevivir al llegar a una de los ciudades más caras del mundo, y resulta que tampoco lo he sabido durante el resto de mis días: cada semana se ha convertido en una nueva aventura para pagarme el alojamiento y la comida correspondiente. Pero, con un poco de picardía y una gran improvisación, he conseguido buscarme la vida de una forma más o menos entretenida mediante trabajos como peón de obra, camarero, profesor de guitarra y profesor de natación (había que sacarle partido a la piscina comunitaria de nuestro piso). 
Sin embargo, esta combinación de trabajo y estudio no me ha dado tiempo a disfrutar apenas de Sydney y sus alrededores, pues prácticamente todos los días de la semana he estado estudiando o trabajando en un sitio u otro. Pero al menos, ¡he sobrevivido!
Así pues, pasados 2 meses "con éxito" en el país y con algo de dinero ya ahorrado para ir tirando, llaman a la puerta dos tipos del ayuntamiento comunicándome que debemos desalojar el piso cuanto antes, ya que nuestro casero (surcoreano de 26 años) está alquilando el piso a 9 personas cuando, legalmente, sólo deberíamos ser 4. De tal modo que para las cuatro últimas semanas (antes de coger mi vuelo de vuelta a Filipinas), me encuentro sin alojamiento fijo y sin trabajo, pues acababa de renunciar a todos por poder disfrutar un poco de Australia durante mis últimos días. 
Han pasado por mi mente mil y una ideas, y sólo con pensar todo lo que puedo hacer por aquí se me hace la boca agua pero, tras recapacitarlo brevemente, he llegado a la conclusión de que Australia es demasiado cara como para vivir y, al mismo tiempo, disfrutar de ella por tantas semanas. 
Por ello, mi compañero de piso alemán Jonatan y yo hemos decidido alquilar un coche y recorrer la Great Ocean Road hasta Victoria en 5 días. Y, pasado este viaje, me dirigiré a Bali -Indonesia-, donde todo es mil veces más barato, con la intención de vivir humildemente durante 3 semanas hasta coger mi siguiente vuelo a Filipinas desde Sydney.

sábado, 13 de febrero de 2016

CÓMO ESTOY SOBREVIVIENDO EN AUSTRALIA

 Me encuentro viviendo en Sydney con una Student Visa, estudiando inglés avanzado y , al mismo tiempo, buscando uno o varios trabajos que me permitan sustentarme la estancia en el país durante los 3 meses restantes. A diferencia de mi estancia en Filipinas, donde me facilitaban alojamiento y comida a cambio de ayudar a las familias filipinas, en Sydney debo buscarme la forma de sobrevivir por mí mismo.
La primera semana estuve en casa de una amiga junto con su madre y hermano. Son uruguayo-argentinos, por lo que hablan español perfectamente. Me acogieron como a un hijo más y han sido de gran ayuda en cuanto a comida, transporte e información sobre el funcionamiento de la vida en la ciudad. Ellos están siendo mi familia de Sydney. Finalmente, esta primera semana no hubo clases, por lo que me vino genial para recorrerme todo Sydney y entregar mi CV personalmente a diferentes restaurantes, hostales y hoteles de la ciudad. Fue un no parar.
La segunda semana la pasé en casa del hermano de mi amiga, casado con una argentina y con 2 niñas preciosas de 2 y 6 años. Se portaron increíblemente bien conmigo e incluso me ofrecieron dormir en la habitación de sus hijas, por lo que ellas pasaron a dormir al cuarto de sus padres. ¡Me dejaron una habitación entera mientras ellos 4 dormían en una sola habitación!
En esta segunda semana fue cuando empezaron mis clases de inglés avanzado con las que voy a estar 3 meses en el país y, por suerte, son bastante personalizadas, pues estamos divididos en clases de no más de 8 o 10 personas de diversas nacionalidades. Además, la escuela se encuentra dividida entre 3 pisos de un rascacielos y uno de ellos es el ático, donde hay una gran terraza en la que suelo comer mis bocatas o botes de conserva con vistas a la ciudad.
Durante esta semana he llegado a trabajar en la construcción algunos días gracias a los contactos del hermano de mi amiga, que es electricista. Y aunque sea fatigante, es menos estresante que la restauración y pagan mejor: cada día que trabajo me pagan 150$ (100€). Desafortunadamente, son trabajos puntuales por lo que sigo con el agua al cuello... Los precios son tan caros que no puedo permitirme rechazar ninguna oportunidad (el bus o un café tornan los 3$, la cerveza entre los 6 y 12$ y la carne los 15$ el kilo). 
Junto al estudio y el trabajo en la construcción también estaba buscando piso y, tras alguna que otra decepción, encontré el piso en el cual estoy viviendo desde hace unos días. Está en el centro de la ciudad y es lo más "barato" y asequible que he podido encontrar en la ciudad: 150$ semanales con Bills included. 
La habitación es de 2 literas y la comparto con un italiano que pretende empezar una nueva vida aquí junto con su novia argentina, un surcoreano que trabaja casi 15 horas diarias y un alemán que dejó su trabajo como director de banco por dar la vuelta al mundo. Luego hay otra habitación para 4 chicas de Japón, Gran Bretaña, y Korea del Sur y, finalmente, una habitación individual para un brasileño que también trabaja en la construcción. Aquí todos tenemos un gran espíritu aventurero y positivo, por lo que hemos hecho una gran piña desde el minuto uno. Así pues, somos un total de 9 personas viviendo en la quinceava planta de un apartamento con un amplio salón y una gran terraza con vistas a la estación de tren. Además, cuenta con una piscina cubierta dentro del edificio que podemos usar cuando queramos (mide solo 1.5 metros de profundidad y 20 de largo pero para mí es más que suficiente). 


Todos trabajamos y algunos también estudiamos al mismo tiempo, por lo que el piso suele estar bastante tranquilo y vacío durante todo el día. Lo cual no quita para que algún que otro día vayamos al parque a jugar a baloncesto con unas vistas hermosas de la ciudad.
Finalmente, los 2 días pasados acudí a 2 iglesias anglicanas casi por casualidad y, sin saber muy bien cómo, al final hice muy buenos contactos que seguramente me puedan ofrecer trabajo de continuo en la construcción. Junto a ello tuve otra "interview" la semana pasada en un restaurante de comida española de calidad donde seguramente también trabaje 2 tardes semanales. Está al lado de mi casa y también me darán cena así que no pinta nada mal.
De momento, lo único que tengo asegurado son los gastos semanales del piso, de la comida y del transporte y ningún ingreso fijo. Pese a ello, no pierdo la fe y sigo con ánimos y esperanza por sustentarme económicamente en el país por los 3 meses restantes.  

jueves, 11 de febrero de 2016

CURIOSIDADES SOBRE FILIPINAS

Filipinas es un país ubicado a miles de kilómetros de España y, a pesar de que estuvo bajo su dominio por 300 años, hay rasgos en su cultura totalmente diferentes para nosotros. He aquí algunos de ellos:

  • La forma de saludar a las personas mayores es cogiendo su mano y poniéndola sobre su frente, a modo de respeto
  • En visaya muchas de sus palabras provienen del español, como los números, los días de la semana u otras palabras como vaso, tenedor, mesa, silla, palangana, caballo, guapo, trabajo... Sin embargo, se escriben de manera totalmente diferente: a lo que nosotros escribimos "Jueves" ellos escriben "Huwebes"
  • En la mayoría de sus palabras no usan más que 4 vocales, prescindiendo de la "e"
  • Hasta hace unos años, en Filipinas se empezaba la universidad a los 16 años
  • En la cocina filipina no existe el cuchillo. Si hay que cortar algo se hace con la cuchara
  • Beben la cerveza con hielos
  • Algunos toman la sandía con sal
  • Las clases medias y bajas tienden a comer con las manos y, en muchos puestos callejeros de comida ofrecen guantes de plástico trasparentes para ello
  • A pesar del calor del trópico suelen acompañar sus comidas con sopa caliente
  • El arroz es su desayuno, comida y cena
  • La piel de pescado seco es considerada un manjar
  • El Balut es otro de sus manjares: feto de pato hervido
  • En el norte del país, los hay que comen perro
  • No se debe beber agua del grifo, pues suele estar contaminada
  • El agua embotellada sabe a lejía, ya que la echan para eliminar bacterias y parásitos
  • En lugar de fuentes, en las calles es habitual encontrar puestos con garrafas de agua donde por un peso (2 céntimos) rellenan bolsitas de plástico que beben tras morderla por un extremo
  • Los eructos no están mal vistos y la gente lo hace en cualquier lugar
  • Uno de los postres más populares en Filipinas es el puto mamón o el puto seco, con base de harina, huevo y leche al vapor
  • Hay varios hombres que se ponen esmalte transparente en las uñas
  • Afirman levantando los ojos y diciendo "O" 
  • Cuando quieren avisar a alguien por la calle, en lugar de un silbido, cierran los labios y hacen el mismo sonido que si lanzaran un beso
  • Los semáforos son casi inexistentes y en la carretera prima la ley del sálvese quien pueda
  • La máxima velocidad permitida en autopista es de 90 km/h
  • A la hora de pagar en los jeepnies, cada pasajero pasa el dinero de mano en mano hasta que llega al conductor, quien da el cambio siguiendo el camino opuesto
  • Por la noche, gran parte de conductores de jeepnies conducen ebrios
  • En los baños no suele haber cadena, sino un cubo de agua 
  • Los funerales filipinos suelen durar varior días y se hacen banquetes en torno al cuerpo difunto. También es común que las familias pasen la noche en el velatorio junto al cuerpo
  • A la hora de contar con los dedos, el numero "1" lo hacen con el meñique y siguiendo por el anular y el corazón
  • El deporte más popular es el baloncesto
  • Es habitual ponerse una toalla de mano entre la espalda y la camiseta, para evitar mancharla de sudor
  • Todos los blancos que pueda haber son consideran americanos
  • Les encantan las narices grandes y no las achatadas, como es su caso
  • Idolatran a los blancos y los tratan con gran simpatía
  • Es casi imposible ver a un filipino enfadado, incluso en medio del caos o del tráfico de Asia
  • Las mujeres se maquillan para parecer más blancas
  • Las escobas filipinas son de menos de un metro, teniendo que barrer agachado y con una sola mano
  • También es habitual utilizar medio cocos y arrastrarlo por el suelo con un pie para limpiar el suelo
  • Más del 90% de Filipinas es católico y, junto a Timor Oriental, es el único país católico de Asia
  • La misa del gallo se realiza a las 4 de la madrugada durante los 9 días previos a la navidad. Y sus iglesias están totalmente abarrotadas 
  • En misa, se da la paz con una reverencia
  • Filipinas es la capital mundial de las selfies
  • La mayoría de homosexuales se travisten públicamente desde la adolescencia y está culturalmente aceptado
  • Miss Universo 2015 es filipina
  • Después de China, Filipinas es el país que más está creciendo a nivel económico en Asia, pero debido a su gran corrupción y su descontrolada tasa de natalidad Filipinas sigue siendo uno de los países más pobres de Asia 
  • La mayoría de rascacielos y edificios modernos pertenecen a chinos, japoneses y estadounidenses, al igual que toda su economía

viernes, 1 de enero de 2016

ENTREVISTA A ANDRÉS MILLÁN. CEXT

Para quien no lo conozca, CEXT es un portal que busca consolidar una red activa e informada entre jóvenes españoles en el extranjero y fomentar la presencia de asociaciones de españoles en el exterior. Configurada como una red social, se convierte en un espacio para compartir intereses e inquietudes y para proporcionar recursos útiles a los que están fuera de España. 

Haciendo click en la siguiente foto, podréis ver por medio de una pequeña entrevista las razones por las que me decanté a salir del país temporalmente. Espero que os guste la entrevista y que, sobre todo, os inspire.


sábado, 26 de diciembre de 2015

VOLUNTARIADO EN FILIPINAS (Noviembre 2015-Febrero 2016)

En Europa, con 22 años de edad y una carrera acabada, la gente suele decidir entre seguir estudiando o bien adentrarse en el mundo laboral, ganar un sueldo decente y, en el mejor de los casos, comenzar una vida independiente de los padres, que incluye pagar por cuenta propia el alquiler de un nuevo hogar e ir pagando a cómodos plazos las letras de un primer coche. Pero, desafortunadamente, éste no es el destino de la mayoría del mundo: “no es lo normal”. 
Entonces sentí que había llegado el momento de decidir. Decidir entre adentrarse en un mundo occidental, lleno de responsabilidades de las que iba a ser cada vez más difícil escapar, o salir temporalmente de ese “confort” en que me encontraba y descubrir por mí mismo el otro mundo, el de la mayoría.
"Extrañar es el precio que se paga por vivir experiencias inolvidables"

Así pues, gracias a los contactos de unos misioneros escolapios de mi familia, pude establecer comunicación con una de sus comunidades en Filipinas, situada a 12 mil kilómetros de distancia de mi hogar. Y el hecho de la distancia, de hablar otra lengua y de tener una cultura diferente (con influencia española por más de 300 años) no supuso más que un atractivo más para que siguiese adelante en éste proyecto.


La pobreza es un fenómeno social que tiende al infinito. Sabía que no iba a cambiar el mundo, sabía que no iba a salvar ninguna vida y que, por mucho que hiciese, mi labor no iba a ser suficiente.  Sin embargo, necesitaba ver con mis propios ojos todo aquello que siempre nos han estado contando otras personas que habían estado antes que nosotros. Quería ponerme en el lugar de los más pobres y ver si es “tan triste como lo pintan”, percatarme que todo aquello está pasando realmente a las espaldas de nuestras vidas y llegar a conocer a alguna de esas personas y sus increíbles historias de vida.
"A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota"
La llegada a la comunidad escolapia de Cebú fue realmente buena. Desde el primer día me he sentido gratamente acogido por parte de sus sacerdotes y seminaristas y, aunque yo no tengo por qué cumplir con sus horarios, resulta bastante agradable y relajante vivir en un ambiente rodeado de silencio y vida espiritual. Pero, aunque viva aquí, mi labor se encuentra  con otra congregación: Missionaries of Charity (Misioneras de la Caridad).
"El que ayuda de corazón no espera recibir elogios ni de sí mismo"

Ésta congregación religiosa, fundada por la Madre Teresa de Calcuta en 1950, tiene como misión involucrarse hasta el extremo con los más pobres de entre los pobres mediante una sonrisa tan llena de ternura y complicidad que me ha puesto los pelos de punta más de una vez. Ya sólo atravesando el barrio donde se encuentra el centro donde ellas viven se puede ver y oler la pobreza en estado puro, con niños desnudos tirados por el suelo o familias durmiendo en sus calles.

 Aquí las monjas se encargan del cuidado de niños de la calle de 2 a 6 años con problemas de desnutrición que, por lo general, acompañan de otras enfermedades, especialmente, tuberculosis. Estos niños me emocionaron ya desde el primer día. Tanto ellos como ellas suelen estar rapados para evitar problemas con los piojos o la caspa aunque, a alguno que otro, directamente no le sale pelo a causa de su desnutrición. A pesar de ello, cada vez que estamos con ellos se nos acercan con una hermosa sonrisa filipina en busca de cariño y abrazos, sin importarles quiénes somos y sin preocuparse por su grave enfermedad. Al principio fue duro acercarse a estas personitas tan frágiles y enfermas, con verrugas y dientes mal formados por su desnutrición pero, poco a poco, la distancia se ha ido convirtiendo en cercanía y el espanto en cariño.

Coincidiendo con la Navidad, muchas otras veces nos dedicamos también a clasificar y empaquetar con las monjas cientos y cientos de sacos de arroz, nuddles, recipientes con comida caliente, azúcar, pastillas de jabón, calendarios, chanclas, camisetas, crucifijos, toallas, sopas y soja en sobre, jarras o vasos para posteriormente dárselo a las familias más pobres de los sitios más desamparados de Cebú. Muchos de los cuales giran en torno a vertederos o incluso se levantan sobre ellos. Otros se encuentran en medio de las montañas y otros sobre islas tan pequeñas que recuerdan a las películas de náufragos.
Sin embargo, el hecho de desplazarse en furgoneta (a veces en el remolque) o incluso barca a aquellos lugares no parece frenar a las monjas que, con tal de entregar su pedacito de Navidad al mayor número de familias posibles, están dispuestas a todo.
Hasta el momento, la más impresionante de estas visitas ha sido al dirigirnos a un suburbio de Cebú levantado sobre el agua estancada del mar con cientos de residuos que le otorgaban un color negruzco y que generaban unos tremendos olores fétidos y malolientes con los que tenía que luchar para no vomitar o evitar poner malas caras. Pese a ello, era realmente impresionante ver cómo a las monjas no parecía importarles nada de eso y siempre ofrecían con gran cercanía una implacable sonrisa ante las personas del lugar con las que, en muchas ocasiones, también hacíamos juegos y actividades por Navidad. 

De estas personas me llamó la atención su gran respeto ante las monjas y su gran solidaridad incluso con nosotros, pues siempre nos invitaban con lo poco que disponían y se ofrecían alegremente para ayudarnos en cualquier labor, tanto pequeños como mayores. Es esa felicidad e inocencia lo que no deja de sorprenderme de Filipinas, pues, por gracia o por desgracia, estas personas han aprendido a convivir con lo poco que tienen. 
“La revolución del amor comienza con una sonrisa”
-Teresa de Calcuta-

viernes, 18 de diciembre de 2015

DESCUBRIENDO FILIPINAS (Noviembre2015-Junio2016)

Ha sido mucho tiempo pensando en este viaje y, tras 9 tensos días esperando a otro avión en Turquía, por fin ha llegado… ¡Por fin en Filipinas!        
Este país, compuesto de 7.107 islas y dividido de norte a sur en las regiones de Luzón, Visayas y Mindanao, se caracteriza por el calor del clima tropical, una gran humedad y una transpiración constante y, en varias ocasiones, agotadora. Su terreno volcánico es totalmente fértil y sus paisajes meramente asombrosos, repletos de verdor y una belleza tan bonita como inestable, pues no cabe olvidar que Filipinas se encuentra sobre una falla y bajo una zona propensa a los tifones. 
  Pero a pesar de estos paisajes, en Cebú -al igual que en Manila o Tagaytay- la población vive de espaldas a la belleza que le rodea y la vida gira en torno a las carreteras, el ruido y la inmensa contaminación de sus coches, al mismo tiempo que aprovechan sus costas para verter todos sus residuos sin ningún tipo de control.

Junto a éste, otro de los problemas más graves del país es su falta de higiene y pésima red de alcantarillado que, en general, no se encuentra bajo tierra sino en la propia superficie, por lo que es más fácil de lo habitual toparse con cloacas de aguas negras “abiertas al público” o cruzar puentes bajo los cuales pasan riachuelos con más residuos y productos tóxicos que agua. Además, apenas existen zonas abiertas como parques o grandes plazas, por lo que podemos fácilmente hacernos a la idea de lo poco agradable que resulta “pasear” por estas calles filipinas.
Quizás sea por ello que a los filipinos no les guste andar y prefieran acudir a los sitios mediante el servicio de bici, caballo o de jeepny, que no es más que una furgoneta en la que pueden llegar a caber hasta 25 personas por menos de 20 céntimos cada uno. 
Sin embargo, aún disponiendo de un aceptable estado de carreteras, resulta bastante lento moverse por ellas debido a la descontrolada circulación y la escasez de calzadas, que lleva a una gran cantidad de peatones a moverse por sus laterales (tanto es así que que la velocidad máxima permitida en autopista no supera los 90 km/h). 
Para colmo, una vez cae el sol, este tipo de servicios pueden resultar incluso peligroso, ya que algún que otro de sus conductores puede estar bajo los efectos del alcohol o cualquier otra sustancia del estilo...
No obstante, y pese a todo este descontrol que abunda en el país -y que en Europa nos sacaría de quicio a más de uno-, los filipinos se han hecho a ello y parecen no estresarse nunca: cruces entre carriles contrarios, giros de 180 grados en medio de la carretera, cláxones sonando constantemente… Asia… 
Claro ejemplo de ello se aprecia también a la hora de acceder a los jeepnys ya que, aunque parezcan estar llenos, haga un calor y humedad extremos y sus pasajeros estén apretados y sudando, siempre van a estar dispuestos a dejar espacio para uno más con total normalidad.
Aquí resulta imposible no toparse con puestos de arroz, frutas tropicales o comida cocinada al instante con carnes crudas, pescados fritos o deshidratados y abundantes rebozados expuestos al sol durante todo el día y que son cocinados en unas ollas de apariencia no muy limpia. Sin embargo, ésta es una opción muy asequible y, por ello, demandada por los filipinos que, por unos 250 pesos (5 euros) pueden quedarse gratamente saciados.


Por lo que he podido comprobar, la gastronomía filipina suele ofrecer una gran diversidad de platos provenientes de unos mismos alimentos pero que, cocinados y condimentados de diversas formas distintas dan lugar a platos distintos entre sí. Y, como no podía ser menos, la mayoría de ellos giran en torno al arroz: nuddles de arroz, vinagre de arroz, postres hechos a base de arroz...

Sin embargo, el plato estrella por el que se conoce Filipinas, no es ninguno de esos, sino el BALUT: feto de huevo de pato de entre 10 y 21 días de vida hervido, considerado todo un manjar y un gran afrodisíaco. Yo lo he probado alguna que otra vez, y, he de decir que, exceptuando la parte del embrión (que sabe a una mezcla de ostras y flemas), si lo acompañamos de vinagre y sal y lo tomamos recién hervido durante la noche (para evitar ver lo que se está comiendo), he de decir que sabe mejor que un huevo duro de toda la vida.

Pero ante todo, el mayor problema del país no es otro que la inmensa pobreza que se puede apreciar en cada una de sus calles, especialmente incrementada por el gran número de hijos que puede llegar a tener cada una de esas familias.
El 28% del país vive en la indigencia  
Pese a ello, siempre se va a encontrar una sonrisa reflejada en sus rostros. Conocidos mundialmente por su “sonrisa filipina”, su alegría y su hospitalidad, los filipinos son gente realmente humilde y agradable a la hora de hablar. No hay día en que, andando por la calle, muchos de ellos nos saluden con una gran sonrisa llena de naturalidad y, en varias ocasiones, nos pregunten incluso por nuestro nombre o si somos “americanos”.
Sonrisa Filipina :)