Para mayor incomodidad, las medidas del equipaje de mano permitido eran prácticamente las de un bolso. Y yo que me quejaba de Ryanair...
Noruega es un país increíblemente caro donde los hostales no bajaban de los 25€ por noche. Por esta razón decidimos cambiar la forma habitual de pasar las noches y recurrir a algo que llevaba tiempo oyendo hablar: COUCHSURFING. Para quien no conozca esta página trata de una comunidad de personas a través de la cual se ponen en contacto viajeros de todo el mundo en función del destino de referencia. Aquí puedes encontrar personas que buscan alguien con quien hablar o tomar algo, eventos, información sobre el lugar o, lo más importante y representativo de la página; alojamiento. En todos los destinos siempre suele haber gente que ofrezca su casa sin pedir nada a cambio. Sin embargo, ésto último es muy relativo, pues el mero hecho de intercambiar historias y aventuras ya es enriquecedor: además de conocer gente de culturas diferentes y hacer amigos de cualquier parte del mundo sabes que algún día éste que hoy es el huésped mañana podría ser el anfitrión.
Fue a través de esta página que conocimos a Stian, un noruego de 28 años que, sin conocerlo de nada, nos hospedó en su casa las 4 noches de estancia en el país. Esperando algo mucho más simple, su casa resultó ser una mansión donde había más de 10 habitaciones y huéspedes que, al igual que nosotros, estaban siendo hospedados gracias a Couchsurfing.
Tenía sala de billar, un jardín enorme e incluso una sala de cine, que es donde me tocó dormir a mí. Aquí compartí habitación la primera noche con un inglés que a la mañana siguiente partía a Helsinki con su bici y todo el equipo que podéis ver en la foto. También había un abogado brasileño que lo dejó todo para recorrer el mundo, una chica esquimal que venía del norte de Noruega, una ucraniana que estaba buscando trabajo por Bergen o un eslovaco de 21 años que tras haber estado en EEUU se encontraba en casa de Stian mientras estudiaba ingeniería en Bratislava, Eslovaquia. Cada una de estas personas tenía una vida totalmente diferente a lo establecido; eran jóvenes, pasionales y seguían un sueño.
Tenía sala de billar, un jardín enorme e incluso una sala de cine, que es donde me tocó dormir a mí. Aquí compartí habitación la primera noche con un inglés que a la mañana siguiente partía a Helsinki con su bici y todo el equipo que podéis ver en la foto. También había un abogado brasileño que lo dejó todo para recorrer el mundo, una chica esquimal que venía del norte de Noruega, una ucraniana que estaba buscando trabajo por Bergen o un eslovaco de 21 años que tras haber estado en EEUU se encontraba en casa de Stian mientras estudiaba ingeniería en Bratislava, Eslovaquia. Cada una de estas personas tenía una vida totalmente diferente a lo establecido; eran jóvenes, pasionales y seguían un sueño.
Shaun, yo y Rafa |
Pero si hay alguien que me llamó especialmente la atención fue Rafa, un portugués que había llegado desde Lisboa hasta Noruega haciendo autostop y que se dirigía a Groenlandia. Fue tal mi asombro por su forma de ser y su método de viaje que pasé la mayoría del tiempo con él, preguntándole y aprendiendo sobre sus viajes. Tanto es así que el siguiente artículo va sobre él [ver historia de Rafa]
Una vez asimilado el lugar donde nos encontrábamos, nos hicimos un planning sobre qué ver el resto de días y dónde comer. Para mayor sorpresa, había noches en que Stian nos invitaba a cenar. En una de estas noches hicimos una EURODINNER, en la que cada persona de la casa hizo un plato típico. Comida eslovaca, española, francesa... y también noruega, servida de la mano de Stian y un amigo suyo que nos prepararon algunos platos de salmón deliciosos.
Gracias a todo esto, pudimos ahorrarnos bastantes coronas (moneda noruega) durante nuestra estancia en Noruega ya que los precios eran bastante elevados: 4 euros el bus, 6 un kebhab, 10 el paquete de tabaco o 30 la botella de vodka.
Aunque no se pueda apreciar muy bien, al fondo de estas imágenes aparecen los fiordos, con nieve en sus cumbres y que, conforme accedíamos al norte, aumentaban en cantidad e inmensidad.