El 2 de Septiembre llegué desde Nantes(Francia) a mi querida ciudad, Zaragoza. Allí tuve una semana para poder
saludar a todos mis familiares y amigos y otra semana para despedirme ya que el
18 de Septiembre partía de nuevo, esta vez dirección Cracovia, Polonia: Me
esperaban 9 meses de vida Erasmus por delante, llenos de anécdotas e historias sin igual.
Una de las principales razones por las que me decanté por Polonia fue la
diferencia cultural. En comparación con otras culturas, la eslava me resultaba
totalmente desconocida.
El clima no me supuso
ningún problema pues vengo de Zaragoza, conocida como “la ciudad del viento”. Tanto es así que por muy bajas temperaturas que alcanzasen los termómetros, con unas cuantas capas de ropa y un buen abrigo se me hacía bastante llevadero.
Respecto a la calidad de vida
no es tan buena como en España, pero sus precios
son bastante más bajos, y eso es algo que como estudiante es digno a tener en
cuenta.
La localización geográfica del país fue otro factor decisivo: al norte el mar Báltico y a sus lados Alemania, RepúblicaCheca, Eslovaquia, Ucrania, Bielorrusia, Lituania y Rusia (pequeño territorio ruso en medio de Lituania y Polonia).
Asimismo, su red de transporte aéreo resulta increíblemente barata (100€ a Israel, 70€ a Noruega y Holanda, 20€ a Francia y desde allá 15€ a España) y, en el caso de los autobuses, también son cómodos y espaciosos gracias a la compañía POLSKIBUS.
De tal modo, el factor precio y el factor localización crearon un mix perfecto para animarme a viajar desde Cracovia, cuya ciudad se sitúa a menos de 9 horas de algunas de las ciudades más bonitas del mundo como son Viena, Berlín, Praga o Budapest:
Cracovia - VIENA-> 8h 35´ ~400 km
Cracovia - PRAGA-> 9
horas ~550 kmLa primera semana estuve alojado en unos pisos provisionales gestionados por una empresa de alojamientos llamada SODISPAR. Esta compañía se encargaba de recoger estudiantes Erasmus recién llegados del aeropuerto y llevarnos directamente a nuestros respectivos pisos, los cuales compartíamos con más estudiantes Erasmus y no costaban más de 7 euros noche. A parte, una guía que hablaba español nos daba unas hojas informativas sobre la ciudad de Cracovia: qué ver, qué hacer, dónde comer, cómo moverse por la ciudad... Y también nos proporcionó unas tarjetas móviles a cada uno que fueron de gran ayuda para estar ya desde el primer día conectados.
De tal modo, estos días fueron destinados a
chequear pisos tanto en Internet como en persona y, al mismo tiempo -por gracia o
por desgracia-, entablé amistades con un grupo de españoles con los que
compartía estos pisos provisionales: Mi principal idea del Erasmus era huir de los españoles, pero en
Cracovia es algo realmente difícil, pues somos una plaga.
Fue por esto que a la hora de buscar piso, Jorge
(estudiante de turismo de Zaragoza con el que vine a Cracovia) y yo nos
marcamos como principal requisito el de vivir con extranjeros.
La mayoría de pisos tornaban los 1000 zlotys mensuales por persona
(250 euros) de los que una gran parte era una verdadera basura: Había donde
tocabas el techo con la cabeza, donde al abrir la puerta del baño impedías
abrir la de la cocina u otros donde a un metro de la cama se encontraba la
cocina a gas… Para colmo, cuando alguno nos convencía estaba compartido con
españoles y denegábamos la oferta.
Finalmente,
tras patearse mucho la ciudad, encontramos el que sería nuestro piso, situado
en una 3ª planta, sin ascensor, salón ni televisión, pero vivible. Además
conseguimos alcanzar nuestro objetivo de "no españoles" y acabamos compartiendo el piso con 2 chavales franceses de Lille: Françoise-Xavier y Geoffrey. Gracias a ellos pude seguir mejorando mi francés que aprendí durante el verano en Bretaña y entablamos una gran amistad.
SODISPAR fue de gran ayuda para
hacerse con la ciudad, pero lo fueron aun más nuestras mentoras Erasmus: Eran
estudiantes polacas de la misma universidad donde íbamos a estudiar el curso
académico: Uniwersytet Ekonomiczne w
Krakowie, también llamada UEK. Mi mentora –Natalia- y la de Jorge –Ola-
nos ayudaron en todo cuanto podían: funcionamiento de la universidad, clases, zonas
de bares, eventos… Y principalmente nos ayudaron a conocer todas las
actividades Erasmus y a integrarnos con el resto de la gente.
Respecto a la universidad, constaba de un campus de
más de 5 pabellones, 2 restaurantes, 3 bares, piscina cubierta, pabellón y una
pista de fútbol y tenis al aire libre. Las clases eran impartidas en polaco, y en inglés para los estudiantes Erasmus y aquellos polacos que quisieran continuar sus estudios en este idioma.
Cracovia, con 5 universidades públicas y más de 10 privadas, se ha convertido en una de las ciudades universitarias más importantes de Europa.
Cracovia, con 5 universidades públicas y más de 10 privadas, se ha convertido en una de las ciudades universitarias más importantes de Europa.
Una semana antes de empezar las
clases tuvo lugar la Integration Week (Semana de Integración), que consistía en eventos varios y fiestas en las que conocer al resto de estudiantes Erasmus mediante juegos de pistas en medio de la
ciudad, paseos en barco por el río Vístula, laser tag, TramParty, Eurodinner, Tandems... Esta última actividad se realizaba en un bar en el que
las mesas estaban clasificadas por países, ofreciendo así 2 alternativas:
sentarme en la mesa de España y dar a conocer mi país o acudir a las mesas de otros países y conocer sus respectivas
culturas. Y, dado que soy un amante de lo desconocido, el primer día me
acerqué a la de Bangladesh, Turquía y Vietnam donde, curiosamente, nos
juntamos gente de Canadá y Francia.
En esta semana estreché amistades con gente de todo el mundo, jóvenes
de mente abierta, sin ideas predeterminadas sobre los demás países y dispuestos
a aprender tanto cuanto les sea posible sobre el entorno que les rodea. Todos
teníamos una misma inquietud que nos
movía a abrirnos al resto, a entrelazar relaciones y a seguir adelante en los
siguientes meses que nos esperaban: El Erasmus había comenzado y con él uno de
los mejores años de mi vida.